viernes, 30 de mayo de 2008

Rosetta. (Texto Cinéfilo)

Dirigida por Luc y Jean Pierre Dardenne
Bélgica. Francia. 1999. 95 min. Por: Juan David Escobar


Rosetta, buenas noches


"Nada va bien, pero así es como va."
Ray Loriga.

- Tu nombre es Rosetta.
- Mi nombre es Rosetta

Es bueno recordarse uno mismo para no olvidarse. Recordar su nombre. Recordar que está vivo, que mañana es otro día y todo va estar bien. Esto me hace pensar en mis cumpleaños, cuando estaba solo y tirado en la cama y comenzaba a cantar: cumpleaños feliz, me deseo a mí, cumpleaños cumpleaños cumpleaños feliz... ¿Cómo será un cumpleaños de Rosetta? ¿Sabrá
cuántos años tiene? ¿Sabrá que día nació? Yo creo que no. Y es mejor así. No saber nada de esas pendejadas. Rosetta nunca supo que a los quince años se convertiría en mujer. Ella siempre ha sido una mujer. Sabe que se llama Rosetta y punto. Lo demás sobra. Lo demás es literatura. Porque ella es Rosetta, ella que corre para todos lados y nunca para. Ella que me da angustia. Rosetta me da física angustia. Y seguro, seguro que cada vez que recuerde o escuche el nombre Rosetta me
va a dar angustia y tendré dificultad para respirar y no sabré si correr o quedarme quieto, si alegrarme o deprimirme, si enojarme o compadecerme. Rosetta es ella, nadie más en el mundo que ella. Porque Rosetta no es un personaje de los hermanos Dardenne. Es una persona de carne y hueso que en este momento debe estar corriendo en algún lugar de Bruselas, Flandes o quien sabe, en cualquier lugar de Bélgica. Sí, tu nombre es Rosetta. Te llamas Rosetta.

- Has conseguido un amigo.
- He conseguido un amigo

Conozco personas que salen a la casa en busca de amigos. A eso de las cuatro de la tarde caminan por todo el centro de la ciudad como cuando uno busca algo de valor en el piso. Pero ellos lo buscan en los ojos. Yo varias veces intenté encontrar amigos en la calle, pero lo que pasa es que soy muy distraído y sobre todo muy tímido. Entonces tuve que desistir. Tener un amigo es bueno. Sin duda, tener un amigo es muy bueno. Uno corre el riesgo de estar sentado por ahí, en cualquier parte y encontrarse ese amigo que de pronto, quien sabe, pueda acompañarlo varios minutos en el pozo donde uno se encuentra, y hablar de cine, por ejemplo, o del último libro que descubrió en tal biblioteca, y con eso, con tan sólo unos minutos de una voz amiga o de un rostro conocido se puede llegar a salvar el día. Para mí un amigo es quien se sepa mi nombre y tal vez mi número de teléfono, quien me aguante por una o dos horas al lado de él y con quien se pueda establecer una conversación más extensa del hola, qué más y qué has hecho. A lo último Rosetta necesita menos que esto. Necesita alguien que se sepa su nombre solamente. El resto para ella es incomodidad. O no, para ella, tener un amigo, es una incomodidad. O tener a Rosetta como amiga es una incomodidad y un peligro. Pero yo me equivoco al decir que tener a Rosetta, a ella no la tiene nadie. Ella se basta sola. No necesita amigos. Ella es Rosetta y punto.

- Ya tienes un trabajo.
- Ya tengo un trabajo.

Trabajar es bien. Bueno, no tan bien. No es tan bacano. Uno trabaja por necesidad, porque le toca. Sinceramente a mí no me ha tocado, pero me va a tocar. Estoy pensando en salir así como sale Rosetta y le dice al jefe de cualquier lugar: ¿tiene trabajo para mí? Necesito trabajo. Pero creo que no soy capaz. Yo soy muy inepto para eso. Para hablarle a la gente, para comunicarme con la gente. Saldré mejor y pediré limosna. Corrijo, pedir no es la palabra. Estiraré la mano para que la gente me dé plata. No, saldré a la calle a buscar empleo. Buscaré un trabajo normal. Me acostumbraré al horario. Me levantaré temprano. Viviré en el campo. Trabajaré hasta las seis pm. llegaré a casa y me comeré un huevo cocido. Y ya. Supongo que eso lo hace feliz a uno. Porque la única sonrisa que le vi a Rosetta fue cuando atendía un cliente en la caseta de waffles. Debe ser porque uno ya no piensa en esas cosas que piensa cuando no hace nada, cuando la única ocupación que tiene es pensar. Y si Rosetta es feliz trabajando debe ser porque es bueno. Y yo a Rosetta le creo. Quiero trabajar. Hago lo que sea por un trabajo.

- Tienes una vida normal.
- Tengo una vida normal.

La vida duele. ¿Cierto? A mí me duele. Es como un vacío todo rico abajo del estómago. Que se coloca ahí a veces días enteros. Es como una aguja, como un chuzón de una aguja que le recuerda a uno que está vivo. Tal vez a Rosetta le duele la vida. O tal vez la menstruación. O una enfermedad. No. Prefiero creer que es la vida. Que es vivir lo que le duele. Porque la vida es dura. Mejor, en pregunta: ¿por qué la vida es dura? Por qué uno se tiene que recordar con palabras cómo se llama: porque la gente ya lo olvidó o porque nunca lo supo. Por qué uno tiene que ser grande cuando apenas es un niño: porque tuvo que estar en una esquina bebiendo o en una habitación leyendo Nietzche, cundo debía estar jugando. Por qué uno nunca tuvo amigos: porque uno no sabía bailar o porque se mantenía solo todo el tiempo. Por qué nunca trabajó: porque ya a los veinte años uno se siente agotado y derrotado, porque ahora no es capaz de dar ni tres pasos... ay, Caicedo
Ahora que tengo una vida normal. Que tengo amigos. Que no me siento tan inútil como antes. Que es fácil recordar mi nombre. Ahora sé que cuando me dé ese vacío rico abajito en el estómago intentaré quitármelo. Quién sabe, puede funcionar, dándome calor para un secador para cabello. Y todo estará bien.

- Buenas noches.
- Buenas noches, bebé.

1 comentario:

yoyuncigarrito dijo...

Estabas más joven y más ficcional, me suena mucho ese tono porque se parece al mio, que es todavía enredado, pausado e inmaduro.
- Ahora tienes una voz
- ...